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Cuanto más lejos, ¿mejor?


Presenciamos en estos tiempos el crecimiento exponencial del egoísmo humano y cómo está presente en todos los ámbitos de nuestra sociedad: desde conflictos en el seno de las familias hasta guerras que nos afectan a todos. Esto nos lleva a darnos cuenta de cuál es la verdadera naturaleza humana y que no podemos seguir viviendo así; no nos queda más remedio que hacer cambios para poder sobrevivir.


Sorprendentemente, cuanto más desarrollada es una cultura más se siente en ella la soledad, la amenaza y el miedo. Si estás paseando por una calle solitaria de cualquier ciudad y de repente escuchas pasos veloces detrás de ti, probablemente tu corazón se acelere y mirarás hacia atrás para asegurarte de que no serás atacado por un extraño.

Conseguir todo aquello que deseamos es el motor que mueve el mundo. Y eso provoca que nuestra sociedad sea cada vez más competitiva, lo que nos lleva a desvincularnos gradualmente de los demás

Esa es la realidad de nuestras sociedades avanzadas, donde el sentimiento de cercanía natural se desvanece porque la naturaleza egoísta nos lleva al distanciamiento. Conseguir todo aquello que deseamos es el motor que mueve el mundo, y eso provoca que nuestra sociedad sea cada vez más competitiva, lo que nos lleva a desvincularnos gradualmente de los demás.


Incluso desde la guardería podemos observar cómo funciona ese afán de querer tenerlo todo. Los niños suelen sostener varios juguetes en sus manos, se aferran a ellos y no los comparten. Los adultos, en cambio, disfrazamos esos afanes escondiéndolos bajo caretas, aparentando lo que no somos para conseguir lo que queremos sin tener en cuenta a los demás.


Y aunque entendemos que no podemos seguir permitiendo que nuestro deseo natural egoísta crezca sin medida, destruyendonos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, ¿de dónde sacaremos la fuerza para cambiar esa actitud y así sentirnos más cerca de los demás?

Los animales también cuentan con un deseo de recibir y llenarse, pero está limitado: solo buscan aquello que les resulta imprescindible para seguir viviendo

Echemos un vistazo al reino animal. Los animales también cuentan con un deseo de recibir y llenarse, pero está limitado: solo buscan aquello que les resulta imprescindible para seguir viviendo. Es más, hay un equilibrio entre todos los elementos de la naturaleza y no buscan destruirse mutuamente. Pero en el caso de los seres humanos, el ego crece haciéndonos creer que solo hay lugar para uno en el mundo, ¡y ese uno soy yo!


Por lo tanto, deberíamos tomar conciencia de esto y aprender a establecer un equilibrio en el que nuestra naturaleza egoísta no se apodere de todo ni explote a los demás, sino que, por el contrario, logremos despertar entre nosotros un deseo de equilibrio y ayuda mútua.


Dar unos primeros pasos en esa dirección como sociedad, traería grandes cambios. Despertará una nueva actitud en el deseo del hombre, que le empujará a ser más empático con el entorno en el que vive. Será un gran beneficio para toda la sociedad y para el planeta. Y por ende, será un gran beneficio para cada uno de nosotros.



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