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¿Hay forma de cambiar el mundo?


Hoy en día, la humanidad se enfrenta a innumerables retos: los desastres climáticos (fruto de nuestra influencia negativa), el garantizar agua potable y alimentos para todos, una atención médica básica, etc. Asimismo, no podemos ignorar a millones de personas oprimidas en el mundo, la creciente desigualdad, el aumento de la depresión, gente que parece tenerlo todo pero que no encuentra satisfacción en la vida...


Ahora bien, ¿cómo podemos hacer frente a todos estos problemas? La respuesta corta es: «¡No podemos!». La respuesta extensa es: «No podemos, porque tratamos los problemas por separado en lugar de buscar su origen, el cual empieza a resultar obvio que se encuentra en el ser humano. Entonces, ¿qué tenemos para causar tanta calamidad?


La disciplina científica de la cibernética nos explica que todo está conectado: formamos parte de un todo, un sistema en el cual todas las partes están interconectadas. Ese sistema en el que todos estamos conectados hace que dependamos unos de otros. En otras palabras, el fallo está en el sistema de conexiones entre las distintas partes. Arreglando dichas conexiones el sistema podría funcionar, alcanzaría el equilibrio, u homeostasis, empleando un término más científico. Por lo tanto, la causa fundamental de nuestros problemas, no está en cada parte individual, sino en las conexiones entre ellas.

La cibernética nos explica cómo todo está conectado y que formamos parte de un todo

Actualmente, esas conexiones son negativas. Es decir, las partes tienden a la desconexión o a dominar el sistema. Tomando nuestro cerebro como ejemplo, si una neurona intentara desconectarse de las demás o dominarlas ¿sería este un cerebro funcional?

La humanidad es el cerebro del mundo en el que vivimos, pero somos tan disfuncionales como la neurona del ejemplo anterior. Por eso, nuestro planeta y nuestra vida se ven en tal declive. Si queremos cambiar el mundo en el que vivimos, cambiar nuestra sociedad y nuestro futuro, debemos reparar nuestras conexiones.


Pero solo podemos hacer ese cambio si lo decidimos todos juntos. Cuantos más seamos los que comprendamos la gravedad del problema de nuestras conexiones negativas, más dispuestos estaremos a cambiarlas y más fácil será lograr conexiones positivas.

Si queremos cambiar el mundo en el que vivimos, debemos reparar nuestras conexiones

Hay dos etapas en este proceso: la primera es una toma de conciencia; la segunda es mejorar nuestras relaciones. Actualmente, no hay suficientes personas conscientes de que la falta de conexión entre nosotros es el origen de todos nuestros problemas. Por eso, en este momento, lo más importante es que cada vez seamos más los que sintamos que, transformando nuestras conexiones negativas en positivas, podemos cambiar el mundo y nuestra vida.

Solo hay una forma de cambiar el mundo: con unas relaciones positivas entre nosotros.


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