La nueva economía
Tras la primera oleada del coronavirus, cada vez son más los que se dan cuenta de la «nueva realidad»: esta pandemia no es algo transitorio ni eventual, parece que ha llegado para quedarse. Si bien esto no entraba en ninguno de nuestros planes ni deseos para este año 2020, en principio, tampoco deberíamos desesperarnos o verlo como una noticia devastadora. Todo dependerá de lo ágiles que seamos aceptando la realidad, cómo nos preparemos para adaptarnos a ella y, sobre todo, cómo la pongamos en práctica.
En primer lugar, como señalábamos, lo más importante es asimilar y prepararnos para una larga permanencia del virus entre nosotros. La perspectiva de una vacuna aún queda lejos y no sabemos qué mutaciones puede adoptar el virus en los meses venideros. Por lo tanto, obstinarnos en volver a la vida tal y como era antes ciertamente no nos beneficia, no resuelve nada. Los nuevos tiempos requieren nuevas formas de pensar, nuevas adaptaciones al medio, y no prolongar la agonía de un sistema que ya estaba moribundo.
«Deberíamos hacernos a la idea de que el actual mercado laboral, probablemente, no sobreviva».
En segundo lugar, deberíamos hacernos a la idea de que el mercado laboral que conocemos hoy, probablemente, tampoco sobreviva. Solamente las áreas de trabajo esenciales para garantizar el sustento de la vida humana serán las que tengan actividad laboral. Por supuesto que, por ejemplo, seguirá existiendo la industria textil, al fin y al cabo todos necesitamos ropa. Pero muchas empresas del sector desaparecerán, porque caeremos en la cuenta de que, tal vez, ya no es necesario tener 17 blusas de temporada en nuestro armario.
Entonces, ¿en qué nos ocuparemos? Y lo más importante ¿cómo sobreviviremos? Semanas atrás, adelantándonos a las inevitables transformaciones del mercado laboral, explicamos la urgencia y la importancia de establecer una Renta Básica Universal aunque acompañada de algo más: formación para adaptarnos a un nuevo modo de vida en una realidad global de interconexión e interdependencia. Este proceso de reeducación es de vital importancia para nosotros, ya que debemos entender cómo hacer la transición desde un mundo que agotó el capitalismo como motor para el desarrollo y pasar a una economía de sostenibilidad, respetuosa con el entorno. Una nueva economía basada en producir lo requerido para cubrir las necesidades de cada persona pero sin excesos y sin explotación: ni para con los recursos naturales del planeta ni para con otros seres humanos.
«Antes, los intereses individuales o los de un determinado grupo se imponían a los del colectivo. Ahora, el individuo podrá estar bien solo cuando todo el colectivo esté bien».
Hasta ahora, tanto en el modelo capitalista como en el socialcomunista, los intereses individuales o de un determinado grupo se imponían al del resto de la sociedad. En adelante, el nuevo sistema económico se caracterizará por priorizar el bienestar del conjunto de la sociedad. El bienestar y la sostenibilidad de lo individual pasará por conseguir primero el bienestar y la sostenibilidad del colectivo. Y para ello todos los integrantes de la sociedad tendremos que aportar. No habrá lugar para comportamientos explotadores ni tampoco parasitarios, como si fuéramos miembros de una misma familia que comparten un mismo techo. O que tienen que hacer frente a una misma amenaza. En cualquier caso, comprenden que, por el bien de todos, lo mejor es comenzar a preocuparse unos por otros y aportar al bien común.
«El éxito del nuevo sistema económico será en la medida que nos relacionemos como miembros de una misma familia que viven bajo un mismo techo. O que tienen que hacer frente a una misma amenaza común».
Así ha venido el coronavirus a cambiar nuestras vidas, con una nueva realidad desconocida, con grandes retos y cambios. Algo así como la situación a la que se enfrenta una madre primeriza. Al principio, ignora cómo ha de ejercer de madre, pero en cuanto nace su hijo, lo sabe. Siente que sabe lo que debe hacer porque el amor es lo que guía su maternidad. También así puede suceder en nuestra sociedad. El único requisito es cimentar la construcción de nuestro porvenir sobre las bases del cuidado y la preocupación mutua.
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