¿Menos es más?
La tendencia al minimalismo está transformando la sociedad a nivel mundial. Cada vez son más las personas que deciden desprenderse de sus posesiones o evitar adquirir cosas en exceso y vivir con un estilo de vida mucho más sencillo, solo con lo que consideran realmente imprescindible. Pero ¿de dónde viene esto? ¿Acaso es este el secreto de la felicidad?
Este estilo de vida minimalista tiene su origen en que nos damos cuenta de que todo lo que adquirimos nos controla. Como dice la sabiduría popular, «cuantas más posesiones, más preocupaciones».
Por ejemplo, cuando se adquieren propiedades suntuosas o artículos lujosos uno tiene la sensación de aumentar su poder. Pero en realidad se convierte en esclavo de esas adquisiciones, quedando atrapado en el consumo innecesario. Y llega un momento en el que, algunos sienten que nada de esto les llena, que sería más gratificante vivir libres del estrés de tanto consumo.
Ahora bien, ¿basta con deshacernos de nuestras pertenencias y bienes para ser felices a largo plazo? Tanto acumular bienes como deshacernos de ellos por convicción, son manifestaciones de un planteamiento egoísta: ¿Qué es mejor y más cómodo para mí?
Si me centro exclusivamente en mí mismo, nada de lo que adquiera me hará sentir la plenitud que se puede alcanzar en la vida. Pero cuando empezamos a preocuparnos por los demás, desarrollamos una sensibilidad especial y, poco a poco, llegamos a un estado en el que deseamos ser más solidarios.
Nos sorprendería entonces descubrir que la empatía y el buen trato que damos a los demás, es lo que nos da más satisfacción en la vida. Y esa adquisición no desaparece. Ni nadie podrá arrebatárnosla.
La empatía y el buen trato que damos a los demás, es lo que nos da más satisfacción en la vida. Y esa adquisición no desaparece. Ni nadie podrá arrebatárnosla.
En nuestra evolución, hemos llegado al punto de estar conectados globalmente. Sin embargo, solo pensamos en nosotros mismos, y eso entra en disonancia con nuestra interdependencia global. Es una actitud totalmente insostenible.
Saldremos de la disonancia cuando empecemos a tener en consideración a toda nuestra familia global. Veremos que la felicidad no está relacionada con nuestras posesiones y que el mayor regalo que se puede dar/recibir es la calidez, una sonrisa o la preocupación sincera por los demás.
Una vida plena y con sentido no depende de lo material, sino de la actitud de cada uno. Por eso, si logramos establecer buenas conexiones entre nosotros, descubriremos que el secreto de la vida realmente está en un nuevo tipo de relaciones positivas entre todos. La plenitud que se alcanza en ellas es ilimitada.
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