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¿Queremos curarnos?


Una parte esencial en todo proceso de sanación es detectar la enfermedad... y desear curarse.


Durante un par de meses, el mundo no parecía inmutarse ante las noticias de un pequeño germen que estaba liándola parda en China.


Ahora empezamos a darnos cuenta de que esto iba en serio.


Y, en cuestión de días, una mascarilla ha pasado a ser más codiciada que cualquier otro producto a la venta. Un gel desinfectante es el regalo más deseado y solo superado por el anhelado papel higiénico: abrir el armario y ver que solo te queda el último rollo es la nueva pesadilla global.


Hay gente que aún piensa que todas las medidas son exageradas, que no hay por qué cumplirlas estrictamente. Que «mi situación personal me permite saltarme la cuarentena». Pero resulta que la naturaleza no entiende de esas razones particulares.

Hay gente que aún piensa que todas las medidas son exageradas… Que «mi situación personal me permite saltarme la cuarentena». Pero resulta que la naturaleza no entiende de esas razones particulares.

Y todavía hay mucha más gente que no concilia el sueño pensando qué va a ocurrir con su empleo, con su futuro, con su familia, con la gente que está a su cargo, con las facturas, con la provisión para abastecerse y vivir. De un día para otro todo se desmorona y no sabemos qué pensar ni qué esperar. Precisamente ahora, cuando tenemos más tiempo que nunca para esperar y para pensar.


Reiniciar nuestra vida con éxito


«¿Por qué ha ocurrido todo esto?». Seguramente todos nos hemos hecho esa pregunta.

La naturaleza nos pide una tregua –y podía haberla exigido de una forma mucho más implacable– pero, a juzgar por las imágenes del aire limpio en China y el norte de Italia, a juzgar por los canales ahora cristalinos de la siempre abarrotada Venecia, la naturaleza necesitaba un descanso. Y nos ha puesto a descansar.

La naturaleza necesitaba un descanso. Y nos ha puesto a descansar.

Hemos ignorado una ley sencilla y natural: la interconexión.

Es decir, todo en la naturaleza está conectado y, por lo tanto, todos sus componentes dependen unos de otros.

¿Todos sus componentes? Todos menos uno: el ser humano, que solo reconoce sus propias necesidades.

Y ahí está la raíz del problema, los seres humanos explotamos la naturaleza y nos explotamos unos a otros, esa es nuestra «naturaleza humana». Pero la clave para un reinicio exitoso es darnos cuenta de la peligrosa espiral de autodestrucción en la que vivíamos y comenzar a regirnos por la ley natural de la responsabilidad mutua: dejar de pensar en términos particulares y empezar a pensar en el “nosotros”.


La parte más importante de la curación es que queramos curarnos


En un cuerpo sano, cada célula toma exclusivamente lo que necesita para subsistir y lo demás lo entrega en beneficio del organismo al que pertenece. Pero cuando las células rompen ese comportamiento equilibrado y empiezan a funcionar olvidándose del sistema general, los médicos tienen un adjetivo para referirse a ellas: células cancerosas.

Cuando las células rompen su comportamiento equilibrado y empiezan a funcionar olvidándose del sistema general, los médicos tienen un adjetivo para referirse a ellas: células cancerosas.

Al desconectarnos unos de otros y desconectar nuestras cadenas de suministro, el COVID-19 nos recuerda que estamos inevitablemente conectados. Pero hasta ahora funcionábamos como células cancerosas.

Este virus está rompiendo esas malas conexiones que habíamos establecido entre nosotros, y nos da la oportunidad de crear unas nuevas conexiones sanas, equilibradas.

Este virus está rompiendo esas malas conexiones que habíamos establecido entre nosotros, y nos da la oportunidad de crear unas nuevas conexiones sanas, equilibradas, entendiendo las necesidades de nuestro planeta y las de todos aquellos que lo habitan junto conmigo.


Un virus ha revelado lo enfermos que estábamos. Comprender lo que viene a decirnos, acelerará nuestra curación.


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