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La diversidad nos hace avanzar


Los actuales conflictos internacionales son prueba de que la agresión mutua no trae nada bueno para nadie. Nos hemos vuelto tan dependientes unos de otros que no hay forma de inclinar la balanza en un lugar sin que afecte a todo el sistema, es decir, al mundo entero.


Los próximos años demostrarán que, si bien no nos soportamos ni nos preocupamos unos por otros, es imposible vivir sin la ayuda de los demás. La colisión entre estas dos realidades contradictorias nos hará darnos cuenta de que somos como ruedas dentadas en una maquinaria. Ahora, cada rueda gira en una dirección diferente, pero solo cuando todas las ruedas giren en la dirección que deben girar, la máquina funcionará correctamente. Con que una sola rueda cambie de dirección, la máquina deja de funcionar.

Tendremos que luchar contra nuestro rechazo hacia los demás, en lugar de unos contra otros

Cuando nos demos cuenta de esto, comprenderemos que no hay más remedio que llevar la lucha a nuestro interior. Tendremos que luchar contra nuestro rechazo hacia los demás, en lugar de unos contra otros.


Entenderemos que son precisamente las diferencias entre nosotros las que nos permiten obtener lo que necesitamos de los demás en lugar de tener que hacerlo nosotros mismos. Todos los beneficios que nos ofrece la civilización moderna son gracias a que hay diferentes personas con distintas habilidades y distintos campos de interés que hacen su aportación al sistema global en el que se ha convertido nuestro mundo.


La diferencia entre la civilización moderna y los hombres de las cavernas radica en una mayor cooperación y colaboración dentro de nuestra diversidad. Si todos fuéramos iguales, todos haríamos lo mismo y por ende no hubiéramos logrado avanzar. Estaríamos como nuestros ancestros más lejanos, cuyo único propósito era encontrar una pareja con la que vivir en una cueva y protegerse mutuamente de los depredadores.

Aunque nos empeñemos, no podremos detener el curso de la evolución, que nos lleva hacia una cooperación entre nosotros cada vez más estrecha. Así, del mismo modo que los organismos evolucionan aumentando su dependencia mutua y la complejidad de sus conexiones, la humanidad debe evolucionar aumentando su conexión, su comunicación y la complejidad de sus sistemas. La única razón por la que los organismos naturales triunfan y la sociedad humana está fracasando es porque aún nos resistimos a la diversidad y sus beneficios, mientras que la naturaleza los acepta de buen grado.


Si fuéramos conscientes de que nuestro exacerbado narcisismo y nuestro individualismo nos impiden recoger los beneficios que trae la diversidad, quizá dejaríamos de luchar contra otras personas, y empezaríamos a luchar contra el elemento que nos enfrenta a los demás: nuestro propio ego.


Simplemente dándonos cuenta de que nuestro verdadero enemigo no está fuera de nosotros sino dentro de nosotros, el mundo mejoraría de forma espectacular, y todos saldríamos beneficiados de una forma que hoy ni siquiera podemos imaginar.


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